martes, 12 de agosto de 2008

Final Último - la suerte ya esta echada

La fiesta se termina.
La ropa pasa de moda.
Los complementos no siempre combinan.
El efecto de las drogas es temporal.
El dolor, se calma.
La eufórica alegría, se relaja.
La música llega a desafinar.
Los amigos, no lo son tanto.
Las promesas, se rompen.
La verdad, se convierte en mentira.
El silencio se viola.
Sólo yo soy real.
Y únicamente HOY.
Efímera como la eternidad.

Comienzo - silencio -


Nadan temblorosas y corren río abajo entre tierra y piedras.
De vez en cuando las pierdo, no me alcanzan los brazos para sostenerlas ni las piernas para sujetarlas.
Tengo mil dedos en la espalda que me llevan río arriba cuando se avecina el silencio.
La cacería se hace insostenible.
El agua se torna helada y lo que no digo, lo que no escribo, quema.
Entonces, resbalo toda anfibio hacia la tierra húmeda.
Abro las piernas y los brazos hasta que desaparecen los mil dedos de mi piel.
Vuelvo a ser mujer.
Mujer de piernas y brazos.
Respiro.
¿Es esto? ¿Soy esto? ¿Sólo el cuerpo? ¿Adentro?
Se terminan las preguntas, las ideas, los pensamientos sutiles.
¿Como estás? No contesto.
Solo encuentro palabras en el agua.
Nadan temblorosas y corren río abajo entre tierra y piedras.
De vez en cuando las pierdo.
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A partir del siglo XIX el personaje de Ofelia de adquiere mayor significación aprovechando su dramática muerte y los aspectos más turbios de sus fantasías eróticas y obsesivas de su mente; resaltando en sus representaciones los aspectos necrófilos, se la encuadrada normalmente entre una densa y sombría vegetación en la que aflora su inmóvil figura cubierta de flores; episodio narrado en la escena 7 del Acto IV de Hamlet. Este es el caso de las Ofelia de John Everett Millais (1851-2), la locura de Ofelia reúne los aspectos más destacados conjugando en la misma obra: las sombrías fantasías que pueblan su mente, el curso del agua cubierto de flores en el que perecerá ahogada y su funeral.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Comienzo - un medio -

Ella tenía un útero imaginario




(y entonces todo se vale)

La oscura y larga noche de Venus en donde gimen mujeres inventadas por nuestra imaginación, tan densa y tan caliente como la atmósfera del planeta

-Enero 5, 2008
- ALBERTO SEVESO

lunes, 4 de agosto de 2008

final V (con V de Valentina)

Desde donde estoy sentada sólo se ve noche.
Todo en negro.
Antes creía que la noche era especial. Idea Vilariño me convenció de eso.
¿Dónde es que esta esa noche? ¿Existe?
Creo que pregunto demasiado a mi otro yo. Alter ego. Uno de los veintitrés que viven entre meninge y meninge. Un par de neuronas, y una veintena de valentinas en la masa encefálica. Ninguna de ellas cree lo que la otra quiere hacer creer.
Complicado el panorama para la muchacha que está ahora mismo escribiendo frente a una pantalla.
Es una buena muchacha, que dice ver sólo el negro.
Si no la conocen, no pidan referencias.
Las referencias siempre la dejan mal parada.
¿Y la otra? Las otras dirás. Esas no están. No se ven. Desde donde la muchacha esta sentada sólo se ve noche. ¿Para qué revolver? Todo esta en negro. Poco espacio nomás.
Nadie esta a salvo de la locura. Locos somos todos. Todas nosotras somos / estamos locas. Las veintitrés. Hasta la que tiene berrinches de estrella, la de las flores rosadas y la ensalada de frutas.
To be y el instinto asesino de la mano. Complicada la jugada para la de los dedos rápidos.
Pobre de mi creer que por abrir los ojos se verá en esta nada un poco más.
Pobre de ella por creer que si él sabe entrar sabrá salir.
A eso iba con lo del instinto asesino.
Instinto asesino demoledor. Te mato y me matas. Un minuto y todo vuelve a empezar.
Si, él sabe como salir sin decir nada. Sabe hacerlo con el cuerpo, pero una de ellas -la de piernas largas- le enseño que irse sin alma, es casi como permanecer.
¿Y la niña? No, no sabe nada de eso. Para ella todo es rutina. Abre los ojos y desparrama letras que la muchacha saborea. ¿Cuál es el sentido? La muchacha del útero aceituna sabe que dentro del paquetito –donde antes dormía cocaína- sólo quedan restos de un cuerpo real. Sabe que le queda poco tiempo, que sin hija ni sangre la vida es mucho más corta de lo real. Ya esta en la vuelta, ya esta volviendo.
Y los demás. La besan, la tocan a la de la sonrisa amplia. Ella es toda carcajada. Dientes, labios y lengua. Ruido. Los hombres la rodean, la respiran, la degustan. Se pinta de colores...
¿Y las otras? Cuando ella aparece, las otras saben dormir tranquilas.
Por suerte, desde donde los demás están parados sólo se ve noche.